Qué difícil es ser uno mismo
Tengo un dilema: Estoy harta de teñirme. Encima, me tiño y a los dos días ¡dos días! ya se me notan las canas a cada costado de la cabeza, mal.
Mi lado feminista y racional me dice: Oooobvio, boluda, deja de teñirte. Sé libre. ¿O alguien le dice a un hombre que las canas le quedan mal? No creo, ¿No, George Clooney?
Y después me cae todo el mandato de la sociedad, al cual evidentemente no soy inmune para nada: Ay, nena, las canas envejecen. Teñíte que te hace ver más joven. Ahora que lo digo, el mandato de la sociedad y el de mi madre suenan bastante parecido.
La verdad es que la onda anti-age, la que hasta ahora intento obedecer al menos con las cremas anti-arrugas, me parece una de las grandes maldades del marketing. Y sí, Adidas, aunque amo tu slogan (Impossible is nothing) hay cosas que son imposibles. ¿Cómo se hace para no envejecer? El otro día veía la foto de una actriz y la confundí con otra. Y me di cuenta que tienen las mismas cirugías “estéticas”. Me impresiona que vivamos sometidos a tener que ser siempre jóvenes, cuando no hay modo. Es una opinión personal, pero me parece que queda raro una cara totalmente estirada y operada, sin una arruga. Y, por otro lado, ¡otro dilema! odio una arruga espantosa y diagonal que me salió en el entrecejo. Hubiera podido salir más simétrica la arruga, pero no.
Definitivamente envejecer es difícil… es duro entender que la vida tiene fin… digo, entenderlo en todo el sentido, desde el propio cuerpo. Pero también, aunque suene a bullshit, es un privilegio. De verdad lo creo.
Hace unos meses, Michelle Yeoh (60 años), fue la primera mujer asiática en ganar el premio Oscar a la mejor actriz por la película “Todo a la vez en todas partes”. En su discurso dijo: “Señoras, no dejen que nadie les diga que ha pasado su mejor momento”. Me dejó pensando: ¿Cómo, el mejor momento no es la juventud?
Y, a todo esto, sigo sin saber si teñirme o no.